Imagen de una playa. Años 70.
Nadie publica fotos informando de haber visitado el gimnasio. Nadie publica un café con el imprescindible mensaje de: "¡A por el viernes!". Nadie está subiendo una imagen de sí mismo con una reflexión pseudoimportante, como si hubiese un mensaje que anunciar al mundo.
En una foto, los retratados miraban al objetivo sin dejar la vista perdida o mirando la pantalla del móvil, en caso de ser un autorretrato. Nadie se hacía pasar por modelo.
Hemos emprendido, como humanidad, la senda de las rutinas imprescindibles, de los objetos influenciables y las necesidades totalmente prescindibles. La humanidad nunca fue tan estúpida.
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