29/11/21

Obstrucción al negacionismo

El uso indiscriminado del término negacionismo en la crisis climática (y también en la coronavírica) oculta y niega el problema real sustentante. El negacionismo ha sido normalizado y diseminado por los medios de comunicación ocasionando una generalización que trivializa la adopción de posturas críticas respecto a este tema (a cualquier tema, en realidad). Recordemos que la acepción original del término se refería al hecho delictivo de negar la existencia del holocausto en la Europa nazi, por lo que se estaría criminalizando a una corriente de opinión en un tema que en absoluto es comparable al horror de los guetos y los lager

Tanto en Estados Unidos como en Europa, los argumentos de las personas y grupos que disienten del activismo climático es bastante más amplia de lo que el término negacionismo implica. De hecho, si se revisa la literatura existente, menos de una cuarta parte de los argumentos empleados por los críticos son estrictamente negacionistas. La enorme mayoría de los disidentes climáticos no niegan el calentamiento global, sino que se oponen a las políticas con que se pretende atajar el problema por su ausencia de eficacia o incluso de prioridad (hay problemas mucho más acuciantes). Entre los disidentes, los hay obstruccionistas, que reaccionan contra cualquier alteración del modelo económico. Algunos de ellos son negacionistas, pero muchos otros son simplemente escépticos o no colaboracionistas

El uso extendido del término negacionismo lo que sí hace es polarizar de forma extrema a la sociedad, dividiéndola entre malos (los negacionistas) y buenos (los demás), algo que permite criminalizar a unos y exculpar a otros desde un punto de vista supremacista, aun cuando entre los del segundo grupo haya numerosos no colaboracionistas que no son negacionistas del cambio climático. Un ejemplo concreto lo encontramos en la industria, que muestra preocupación y consciencia medioambiental, pero dedican esfuerzos a obstaculizar las políticas climáticas que unos pocos consideran como más eficaces (son unos pocos quienes pretenden imponer su visión superior). Es este obstruccionismo el que ha impedido que Europa avance en la política climática a la que sus representantes tanto aluden, lo cual desde cierto punto de vista es un alivio (yo así lo pienso).  De hecho, en la práctica cualquier ciudadano que se muestre receloso de cambiar sus hábitos (como los vinculados a la dieta, el transporte o el turismo) podría ser calificado de obstruccionista aunque, al mismo tiempo, sea ferviente defensor de las políticas climáticas. 

Por tanto, en el debate internacional nos encontramos varios grupos de actores en cuanto al clima: los negacionistas, los obstruccionistas, los no colaboracionistas, los afirmacionistas y los activistas (o ultra-afirmacionistas), cuyo fanatismo hace ganar adeptos a cualquiera de las corrientes primero mencionadas. Mientras tanto, todos los focos apuntan a los negacionistas, que son una minoría.


Franquismo eternizante

No se entiende la sistemática campaña de acoso al franquismo. Franco lleva cuarenta y tantos años muerto y enterrado y, salvo en los primeros años de la Transición, los simpatizantes del Antiguo Régimen brillan por su ausencia: tanto por haber fallecido ya, como por estar en vías de estarlo. 

Da lo mismo. El auge del antifranquismo se fundamenta en la tesis de que el franquismo aún existe y que, salvo los propios antifranquistas, ninguno somos capaces de advertirlo, acaso porque seamos todos franquistas sin saberlo. 

España ha necesitado de una ley de memoria histórica (la de Zapatero), reconvertida luego en ley de memoria democrática (la de su Sanchidad), para encontrar este desasosegante franquismo que sigue campando a sus anchas sin que nadie lo impida. Exhumar cadáveres (antifranquistas, la II República y su gobierno bélico jamás fulminó a nadie, dicen) es una misión menor en comparación con tan egregio objetivo. 

Que, en el trasiego de eliminar de las calles los vestigios del franquismo se hayan eliminado también los más antiguos de siglos anteriores al XX, no tiene nada de extraño: cualquier figura histórica, si fue ensalzada por el franquismo, ha de desaparecer para no interrumpir la hodierna historiografía oficial que señala que el franquismo no solamente existió, sino que ha de ser erradicado de raíz. En breve nos irán llevando a todos a campos de reinserción para franquistas. Al tiempo.


El pusilánime indolente

Mariano Rajoy anda estos días reivindicando su presidencia y legado. Cómo no, ha escrito un libro, que lleva por título "Política para adultos", que ni he leído ni lo pretendo hacer: me basta con las explicaciones en las entrevistas que concede para conocer lo que piensa.

Rajoy pasa por alto, o lo razona de manera muy frágil, la pelea entre Bárcenas y Cospedal en la que estalló la doble contabilidad del PP, que apareció con todo esplendor en el caso Gürtel. Cuando se publicó que Bárcenas ocultaba 50 millones de euros en una cuenta en Suiza, Rajoy se escondió. La sentencia condenatoria de Gürtel sirvió para a una dispar oposición en una la moción de censura durante la que se fue a tomar copas y no dimitió, entregando al peligroso Sánchez todo el poder. La conclusión es que jamás supo imponer orden en su casa y deja abierta la sospecha de que lo conocía todo y lo admitía.

Rajoy, por miedo o indolencia personal, jamás lideró la más grave decisión que hubo de adoptar: la declaración de independencia catalana. Justifica que no aplicara el artículo 155 en Cataluña el 7 de septiembre de 2017, tras la aprobación de la ley de desconexión catalana de España, arguyendo que se impuso como límite la declaración de independencia. Que la Constitución hubiera sido violada aquel día y que el presidente del Gobierno no actuase de manera contundente e inmediata, descalifica al personaje. Olvida que se celebró el referéndum del 1-O, el mismo que prometió que jamás se celebraría y que, por tal motivo, el Rey Felipe VI hubo de aparecer en televisión el 3 de octubre exigiendo a Rajoy la restitución del orden constitucional, algo inédito en nuestra democracia que dibuja con claridad la pusilanimidad y falta de visión del personaje.

El de Pontevedra adelantó las elecciones catalanas a diciembre, dos meses después del golpe, sin investigar lo ocurrido ni su financiación, entregando el poder de Cataluña a los golpistas. 

La moderna barbarie interpretativa

Durante la década de los noventa, en EE.UU. surgió la moda académica de decidir qué pasajes de la historia norteamericana debía ser estudiada con pasión por los valores que transmite y cuáles no, lo mismo que con los personajes históricos. El genocidio de los indios norteamericanos o la estructura de las sociedades esclavistas son relegados en aras de la creación de un nuevo país libre en el que cada ciudadano puede construir su propio destino. Este esquema ha pasado al ámbito docente iberoamericano de las enseñanzas medias en el que cada nación estudia su historia dedicando amplios recursos a las sociedades precolombinas, de las que dibuja un paraíso idílico de felicidad eterna en plena armonía con la naturaleza totalmente trastocado por la violencia de la conquista española. Este periodo, de trescientos años, en la mayoría de los países hispanoamericanos se muestra con tintes negativos. Tras la independencia de España y Portugal, los dos más recientes siglos de historia de estas naciones ocupan el estudio más amplio. 

La visión populista de las dominaciones imperiales es de lo más variopinta. Grecia, Roma o el Islam perpetraron violentas y sanguinarias conquistas en buena parte del mundo, pero a ojos del ciudadano moderno sus hazañas son magníficas y trajeron desarrollo y prosperidad a los territorios dominados. En cambio, la dominación española en América o Filipinas fue negativísima para los países sometidos. Culpar de todos sus males nacionales a la colonización española, a pesar de los doscientos años de independencia que sigues sumando, es el recurso más habitual de los extravagantes y populistas dirigentes latinoamericanos. La modernización global que realizó España en América, posiblemente la acción colectiva más importante que ha realizado nuestro país en su historia, es frecuentemente olvidada o interpretada por el sesgo de un resentimiento que no se justifica. En Europa, la ausencia de ese resentimiento social e histórico ha permitido la construcción de la Unión Europea y unas magníficas relaciones con Alemania, olvidando la ocupación nazi entre 1933 y 1945 de la práctica totalidad del Viejo Continente. 

28/11/21

Las aspiraciones del segundón

Corre por los madriles el rumor de la mucha corrupción que atañe a una ayuso por un hermano comercial de quien, dicen, exige los contratos que intenta vender.  La socialista Carmen López se lo espetó en la cara a la presidenta de la Comunidad y, al día siguiente, donde dijo Diego dijo digo al no disponer de pruebas. 

Esto de invertir la carga de la prueba lo viví yo en mis propias carnes durante dos horas en una patética reunión hace varios años, cuando los directivos de la ATEG que yo dirigía me soltaron los perros de la guerra en atención a las idioteces que dijo un idiota y que creyeron a pies juntillas, pese a no contar con evidencia alguna. Cuando tal cosa sucede, hay que irse de inmediato, especialmente si uno tiene ya amarrado un futuro mucho mejor, que es lo que me sucedió a mí. Pero en política el futuro es incierto cuando estás arriba y, por eso, hay que contraatacar o resistir. Los rumores no se difunden, se indaga en ellos y se dilucida su veracidad o falsedad. Al menos es lo que ha de hacerse entre caballeros y también entre demócratas. 

El teodoro que odia a la ayuso no deja de difamarla sin descanso. Lo cual define bastante al tipo del que los medios comienzan a ensalzar su carrera de piano, su tesis doctoral y su porte atlético, como si todo ello fuesen atenuantes para la estupidez que lo acompaña en lo político. Esta suicida batalla desatada contra la ayuso no quiere frenar el salto a la política nacional de la susodicha, sino hacer que el palentino se dé la gran torta en las próximas elecciones (forzándole a no convergir con Vox aunque ganen las elecciones, imposibilitando así la gobernanza) y dejar al segundón murciano como la siguiente baza inexcusable. Tenemos psicópata monclovita para rato, porque este teodoro puede dejar chico a su sanchedad.

Odón Elorza y los franquistas

Aunque se trata de otra historia, siendo yo Director General del Kutxaespacio de la Ciencia no me estaba permitido presentarme ante el alcalde de Donostia, que por entonces era el socialista Odón Elorza. Kutxa era una filial del PNV en forma de caja de ahorros, aún lo es. Me lo dijeron de manera muy clara (en realidad me lo dijo un mando de tercera fila, más bueno que el pan y sincero hasta la entraña): "No les vamos a dar (a los socialistas) esa ventaja". A quien sí me presentaron fue al lehendekari Ibarretxe, que era quien entonces gobernaba en el País Vasco. Me resultó simpático. Le estreché la mano y le dije lo mismo que Luís Sánchez Polack "Tip" le espetó a don Juan Carlos I: "A usted lo conozco de la tele".  El lehendakari rio y se disculpó porque "es cierto que aparecía demasiado en la televisión". 

Aquellos días la prensa malgastaba titulares en un etarra que se hallaba ingresado en el hospital de Donostia porque estaba empeñado en hacer huelga de hambre (en puridad, es una huelga de ingestión) en protesta de ser mantenido en prisión, y en que su novia lo visitaba y que los abertzales pedían su libertad condicional en atención a su estado de salud y a que la ETA había decretado para sí misma una tregua y no podía matar, ni siquiera a los suyos. El etarra se llamaba Iñaki de Juana Chaos, responsable del Comando Madrid, y estaba condenado a más de 3.000 años de prisión por el asesinato de veinticinco personas, de los que cumplió finalmente dieciocho. Este individuo huyó de España en 2008, tras haber cumplido la pena no impuesta sino la recalculada, y ahora vive en Venezuela donde espero que viva una vida miserable y muera de asco. 

En aquellos meses de 2006 algunos se manifestaban enfrente del ayuntamiento pese a las inclemencias del tiempo contra el trato de favor hacia este miserable asesino. Ni qué decir tiene que a la congregación acudían muy pocas personas (yo incluido) y, a quienes se movilizaban, los donostiarras trataban de no mirar con los ojos siquiera. Huelga decir que la mayoría de los guipuzcoanos eran contrarios a la ETA y, acaso por hartazgo, pues si no se puede con el lobo hay que acabar con el pastor, también a la Guardia Civil. Su consigna para estar tranquilos era oír, ver y callar, y hacer como que la cosa es insufrible y que no es todo tan fácil como señalar a unos como asesinos y a los otros como víctimas. Poco más o menos lo que está sucediendo en este año de 2021. Por eso cuando, en la Parte Vieja, a Gregorio Ordóñez la ETA descerrajó un tiro en la nuca y María San Gil trató de perseguir al terrorista, nadie supo decir por dónde había huido el infecto. Los guipuzcoanos son los españoles más cobardes que ha habido en democracia, aunque no son los únicos cobardes. 

Odón Elorza supo interpretar muy bien aquel disparo que acabó con la vida de quien iba a ser el próximo alcalde de Donosti en 1995. Por eso jamás alzó la voz contra la ETA durante su mandato. Recientemente, en defensa de los pactos del pestilente Sánchez con los herederos de la ETA, ha llamado franquistas a los diputados de la Oposición al Gobierno, exactamente la causa que enarbolaba la ETA militar para matar, aunque mató al 94% de sus asesinados ya en democracia. 

Me alegro muchísimo de no haber tenido que darle la mano al idiota de Odón Elorza. No hay suficiente gel alcohólico en el mundo para desinfectarla de haberlo hecho.

Riesgos de la inmersión lingüística

Riesgos entrañados por la inmersión lingüística en la función pública. Por ejemplo, consúltese el baremo de méritos para la categoría de médico en Osakidetza. Cada matrícula de honor obtenida en la carrera añade 0,2 puntos. La participación como ponente en congresos internacionales, otros 0,2 puntos por congreso. Perfil Lingüístico en euskera añade 8, 16 y 24 puntos, dependiendo de la competencia en el lenguaje vascongado (PL1, PL2, PL3). Es imposible disputar una plaza en Osakidetza a cualquier mediocridad surgida de los valles vascos.

El nacionalismo considera su lengua como propia y solo de ellos, sobre la que tienen derechos. Estos derechos no son de los ciudadanos (solo es derecho aquello declarado por la ley, por cierto). 

Lo mejor que le puede pasar a un vasco es ser atendido en un hospital por un individuo que no sepa una palabra de euskera, al margen de egunon y oso ondo, que eso lo sabemos ya todos: tendrá la seguridad de que, a su cuidado, se halla un profesional con méritos suficientes para doblegar la dictadura del idioma.


Los presupuestos asociales

Hace medio año, organismos internacionales pronosticaban que España crecería este año muy por encima del resto de economías de la UE. El Gobierno no tardó en presumir de recuperación, muy especialmente la ministra de Economía y vicepresidenta primera. A nadie parecía importar que en 2020 nuestro país se hubiese hundido económicamente mucho más que toda la UE o los 37 países de la OCDE. En realidad, fue esa la razón por la que algunos previeron una subida vertiginosa de la economía española: parecía lógico suponer que las economías más deterioradas en 2020 fuesen las que más creciesen en 2021. España había sufrido una caída del PIB del 10,8% y en el segundo trimestre de 2020 el PIB se redujo en tasa interanual más del 20%, producto de la desastrosa gestión de la crisis sanitaria.

Esta crisis económica es distinta a todas las precedentes. Ha sido ocasionada por la respuesta política y administrativa a una epidemia. Tocamos fondo y lo normal es estar en proceso de recuperación. En puridad, solo se podrá hablar de recuperación una vez que España alcance el nivel de renta que tenía antes de la pandemia. Según previsiones de hace seis meses por parte de la Comisión Europea, España no la alcanzará hasta 2023. Ciertamente, no es para jactarse de nada, mucho menos de recuperación.

A estas alturas del año la Comisión ya ha elaborado las estadísticas de otoño. Las previsiones en la Eurozona son positivas. El PIB pasa de crecer del 4,3% (estadísticas de primavera) al 5% y la mayoría  de los países alcanzarán en 2022 el PIB que mantenían en 2019. Todos excepto España, que seguirá teniendo que esperar al 2023. Las previsiones son muy negativas para España. Pese a ser el país cuya economía más se desmoronó en 2020, ocupará el número 17 de la Unión Europea y le cabrá el dudoso honor de no salir de la crisis hasta 2023.

Como siempre, esta realidad la va a ignorar nuestro ególatra presidente porque los datos no le dicen nada (algo lógico en un doctor en economía con título regalado). De hecho, se vanagloria de que España tenga una recuperación más robusta y justa que la de 2008, cuando resulta que aquel año gobernaba Zapatero, es decir, el PSOE. Pese a su presencia, o cabría que decir en contra de su presencia, las condiciones económicas han de mejorar si la situación sanitaria mejora como está mejorando gracias a las vacunas, un éxito del que el Gobierno se ha apropiado hurtándoselo a las mismas Comunidades Autónomas a las que responsabilizaba del deterioro en plena pandemia. 

Hay factores añadidos que fragilizan la situación económica muy por encima de otros países miembros de la UE. Las cifras de paro no pueden ser ocultadas por los ERTE (creados en la época rajoyística) y superan a la mismísima Grecia, con el agravante de que buena parte del empleo actual es de muy baja calidad, empleo basura, subempleo, consecuencia de la devaluación competitiva y propenso a desaparecer en cuanto se eleven mínimamente los costes o los salarios. Además hay que añadir la acumulación de deuda pública. Según el Banco de España, crecerá un 30% del PIB, desde el 95% en 2019 al 124% en 2022. Esta situación solo se sostiene por la intervención del BCE, que controla el euro, y que se ha mostrado dispuesto a comprar todos los títulos necesarios. Pero es esta la causa que nos hace vulnerables y dependientes en política económica de las medidas que quiera imponer la Unión Europea. Durante estos años de pandemia Bruselas ha mantenido una postura laxa en cuanto a estabilidad presupuestaria, como también lo hizo en 2008, pero no es previsible que se mantenga en el futuro, sobre todo atendiendo que están apareciendo tasas de inflación que remontan a otros tiempos.

Estas condiciones económicas permiten conocer las mentiras que han rodeado el tema de las ayudas europeas, como la afirmación de ausencia de condicionalidad (hombres de negro). Pese a los embustes de la ministra de Economía y los embrollos, galimatías, mentiras y desmentidos del ministro de la Seguridad Social, estamos inmersos en un rescate por más que pretendan vestirlo de paseo triunfal. Avergüenza recordar la llegada de Sánchez al primer consejo de ministros tras la cumbre en que se habían aprobado los fondos, lo mismo que si hubiera ganado la guerra a los nazis. El paseíllo de aplausos de sus ministros fue simplemente bochornoso. 

Cuando el INE revisó la previsión de crecimiento del PIB para este segundo semestre del año, la ministra de Economía se extrañaba de que los parlamentarios mostraba sorpresa por la existencia de revisiones. La extrañeza obedecía no a su existencia, sino a la magnitud del ajuste: del 2,8% en julio al 1,1% en la actual. Nunca antes hubo correcciones de esta dimensión. Pese a ello, el Gobierno ha mantenido sus previsiones inamovibles como si la revisión ni la realidad afectasen a sus trampas. Aún en septiembre, en una entrevista a El País, la ministra de Economía mostraba un triunfalismo bobalicón que causaba vergüenza ajena, plagado de contradicciones. Afirmaba coas tales como que España iba a ser uno de los motores del crecimiento de Europa. En dicha entrevista Calviño atribuía a la hostelería y el turismo, los sectores más afectados por la pandemia, las razones del desplome económico de España, pero el periodista que la entrevistaba señaló con acierto que países como Francia, Italia, Grecia, Croacia, Chipre o Malta tienen un sector turístico muy destacado y su desplome económico ha sido mucho menor.

En todo este tiempo el Gobierno se ha escudado en el desempleo, haciendo creer al lego que su evolución va por separado del PIB. Aun así, las medidas del Gobierno, concretamente esos ERTE de los que renegaron antes de la pandemia y a los que se han acogido con estrépito, no crean empleo ni impiden la aparición del paro. En cualquier caso no es admisible que se empleen para ocultar el paro. Y algo parecido sucede con la afiliación a la Seguridad Social. El ministro presume de haberse alcanzado cifras anteriores a la pandemia ofreciendo datos de afiliación en términos brutos sin descontar los trabajadores en ERTE, cosa que debería hacerse porque aunque mantengan la afiliación a la Seguridad Social lo hacen de manera nominal y por el único motivo de que los financia el Estado. 

La aprobación de los Presupuestos 2022 se circunscribe al éxito de las pretendidas políticas sociales. Es algo que reiteran hasta los gobernantes de las Comunidades Autónomas, como hacía el ignorante de Urkullu al quejarse de no poder elaborarlas por el dumping fiscal de Madrid. Pero, al margen de este tipo de estupideces a las que los vascos nos tienen acostumbrados, no es apropiado hablar de un Estado social o socialdemocrático sin un sistema fiscal suficiente y progresivo, y el nuestro hace tiempo que no es lo uno ni lo otro. Que no es suficiente lo evidencia el nivel de pobreza en amplias capas de la sociedad, y la disputa sobre las pensiones y la llamada de todos a recortarlas. Que no es progresivo se observa al reparar en la degradación que ha sufrido a partir de los años noventa.

En cualquier caso, es moralmente difícil exigir a la población sacrificios fiscales si, al mismo tiempo, no hay un estricto control de la ejecución del gasto público. Por ello este Gobierno ha renunciado a reformar el sistema fiscal en estos Presupuestos, limitándose a algún ajuste sin importancia y a maquillar los ingresos. Y el presupuesto se puede maquillar, pero su liquidación no. Difícilmente se podrá ocultar el incremento de la deuda. El Gobierno se muestra remiso a aceptar el coste político que significa incrementar la presión fiscal, salvo con los impuestos indirectos, que pasan más desapercibidos. Pero es al mismo tiempo pródigo en gastos inútiles e ineficaces dedicados a crear chiringuitos donde colocar a los suyos o a sufragar actuaciones populistas con fines clientelares.

Casualmente, al tiempo que el Gobierno presentaba los Presupuestos de 2022, Cáritas y la Fundación FOESSA publicaban su informe "Sociedad expulsada y derecho a ingresos". Los informes FOESSA son viejos desconocidos. Durante la dictadura eran uno de los medios desde donde adentrarse en la realidad social y en la situación de la desigualdad y la pobreza. Pese a haber pasado casi cincuenta años, hay que recurrir de nuevo a ellos en contraposición al discurso triunfalista del Gobierno. Según el citado informe, son ya 11 millones de personas los que se encuentran en exclusión social, 2,5 millones más que en 2018. La exclusión severa supera los 6 millones de personas (2 millones más que en 2018) y se ha duplicado el número de hogares con todas las personas activas paradas. El informe presenta un panorama muy distinto al retratado por el Gobierno, que repite continuamente que se ha alcanzado el número de empleados existentes en 2019, lo cual es falso, como hemos visto. La desigualdad se ha incrementado con respecto a la situación existente con anterioridad a la pandemia y el famoso escudo social ha sido un fiasco, como fiasco ha sido el ingreso mínimo vital (IMV), diseñado como impuesto negativo sobre la renta.

Lo cierto es que el tan cacareado escudo social es solo un eslogan y el presupuesto más social de la historia es otro bluf más que difícilmente solucionará la lacra de la pobreza y la desigualdad actuales. Es cierto que el gasto presupuestado se eleva a niveles muy considerables, pero las distintas partidas están elegidas con una finalidad más electoral que social. El gasto se dirige a colectivos, como el de los jóvenes, que no son precisamente los más necesitados, pero que sí se consideran potenciales votantes. Así, la ley de vivienda lejos de aportar soluciones al problema lo empeora. La única forma de dar respuesta a la carencia de viviendas es el incremento de la oferta de viviendas en alquiler, y eso es bastante más complicado que elaborar una ley, la presupuestaria, por mucho que la ministra de Hacienda la califique de "preciosa". Podían haber planteado dedicar parte de los fondos europeos a este cometido en lugar de emplearlos en objetivos etéreos como la transición energética, la modernidad, la política de género, la digitalización o el cambio del tejido productivo (cuyo previsible resultado hará las delicias de algunas grandes empresas). El 80% de estos fondos figura en el presupuesto como transferencia de capital, lo cual hace sonreír a quienes siempre se lucran a cargo del BOE. Lo de dar 250 euros mensuales a cada joven para vivienda es una ocurrencia más, que se anuncia sin pensar ni cómo hacerlo ni cuáles serán los para acceder a esa ayuda. Además, ¿por qué a los jóvenes?, ¿son los más necesitados? Como señala el informe FOESSA, la exclusión se da principalmente entre las familias monoparentales, numerosas e inmigrantes. ¿Por qué no destinar esa ayuda a los parados de larga duración? Y ya puestos a mencionar divertidas (por vergonzosas) ocurrencias, cómo no citar los cuatrocientos euros que se les va a conceder como propina a quienes cumplan 18 años en 2022. Cuando hay seis millones de personas en exclusión severa, ¿es este el mejor destino que se puede dar a los recursos públicos?

Mucho me temo que en el Gobierno no hay una sola cabeza pensante que sepa con determinación qué hacer con las recaudaciones de los ciudadanos para que las políticas sociales sean cada vez menos necesarias. Una pena. 

27/11/21

Judíos marcados en el gueto moderno

Occidente siempre mira con superioridad moral al resto del mundo. Da lo mismo si se trata de bajitos amarillos que obedecen sin rechistar, de bárbaros afganos desagradecidos por no haber aceptado la democracia, o de rusos borrachos que no respetan a la oposición. Nosotros somos siempre mejores que ellos, pensamos. En Bruselas se dan cita los gobernantes de Occidente para inyectar dosis de hipermoralismo sobre libertad, democracia, derecho, tolerancia y respeto. Seguramente por eso, en un ejemplo imparangonable de compromiso con la libertad individual, han apostado por aplicar confinamientos desproporcionados, exigir una prueba PCR para tomar una cerveza en un bar e incluso encarcelar en sus casas a los no vacunados. China no se ha atrevido a tanto.

Son los mismos responsables de los niveles récord de endeudamiento público, cifras de paro inasumibles, déficit desbocado, tasas impositivas estratosféricas y crisis energética sin precedentes. Angustiados por la salud y el futuro de los ciudadanos, Occidente apuesta por confinar a los no vacunados para salvarnos a los demás que sí lo estamos. El rebaño vitorea porque da por supuesto que si la mayoría de su manada avanza en una dirección es porque se trata de la correcta. 

El pasaporte Covid permite que una persona infectada (pero vacunada) pueda subir a un avión, acudir a un estadio o a un restaurante, pero un no vacunado sano no puede hacerlo. Las vacunas del Covid otorgan protección a la hora de contraer la enfermedad de forma grave y de fallecer, pero no evitan la infección. Un vacunado puede infectar a un no vacunado. Se arguye que los vacunados no infectan tanto como los no vacunados pese a los informes que muestran que un vacunado transmite la variante delta a otros individuos con la misma facilidad que quienes no están vacunados ("The Lancet", revista médica británica).

Con la tecnología llegó el hipercontrol. La falta de humanismo, de respeto al prójimo y la comprensión con el distinto se han sustituido por un tsunami de irracionalidad y superstición que genera odio y etiqueta a los ciudadanos en buenos o malos según su postura respecto a la vacunación masiva y el pasaporte Covid. Desde todas partes se insiste en que debemos someternos a las exigencias del Estado protector sin rechistar. 

Todos los regímenes totalitarios han creado dualidades que enfrentan al pueblo. Arios-judíos, burgueses-obreros, blancos-negros, ricos-pobres y, en la actualidad, vacunados-no vacunados. Occidente justifica recortar la libertad y aprobar leyes discriminatorias. La estrategia consiste en señalar a un enemigo que pueda ser considerado culpable. 


Hombres blancos muertos

La eliminación de la filosofía no es un símbolo sino una necesidad. La sociedad moderna es deforme, fofa intelectualmente e indolente en su criticidad. Fuera de Netflix y Twitter, no hay nada. 

El discurso que construye la filosofía es contrario a cualquier forma de catecismo ideológico o adoctrinamiento. El hombre que piensa, piensa solo en un acto sublime de rebeldía frente a la manada. 

Así que parece justo que se arrincone para siempre la filosofía. 


¡Que viva Sánchez Villa!

El 40º Congreso Federal del PSOE ha sido una muestra de enaltecimiento de Sánchez y consagración (de momento) del sanchismo, al menos hasta que periclite, y sospecho que su memoria no será salvaguardada, como le ha ocurrido a ese idiota solemne provenezolano, el expresidente Zapatero.

Nunca como ahora ha habido tan poco debate en el PSOE ni dirección alguna ha dispuesto de tanto poder para cambiar por completo a este partido socialista que no reconocen ya los más viejos del lugar. Los partidos atienen su devenir a la ley de hierro de las oligarquías. Concentran todo el poder en muy pocas manos y, para ello, el sistema de primarias, que se vislumbraba como fármaco que atajase la enfermedad, solo ha agudizado aún más el problema. Porque es un problema. Silenciados los órganos de dirección, obligados (en propio provecho, no por convicción) a callar las mentes mejor pensantes de tales engendros, proliferan los caudillos absolutistas que acallan cualquier debate interno y socavan la democracia representativa en aras de un populismo que no deja de ganar terreno. Las cúpulas de antaño no son sino minaretes desde la que el muecín dicta la oración y el resto obedece.

Aunque los socialistas piensen que el PSOE es más fuerte que nunca, las inclemencias económicas de este invierno del descontento shakesperiano amenazan con arrumbar toda perspectiva, por lo que tienen que forzar la maquinaria y aprovechar este tiempo en el que aún gestionan miles de millones a discreción y con arbitrariedad. 

Callar como pelandruscas

Si, en democracia, un Presidente del Gobierno es enmendado por el Tribunal Constitucional en tres ocasiones, lo normal es que le cueste el puesto por decencia y dignidad. Como son atribuciones de las que carece, y tampoco cree en la Constitución ni en los otros poderes del Estado (solo cree en sí mismo como dios), ha proseguido como si tal cosa con su dictadura de ocasión. En parte porque, en este país, todo se acepta con naturalidad pasmosa. 

Las tres sentencias tan demoradas del TC no tendrán efecto práctico, y es cuanto Sánchez necesita para seguir acometiendo tropelía tras tropelía. Cuenta en este asunto con la complicidad de Cs, con su voto, y del PP, con su abstención: ambos partidos declinaron fiscalizar al ególatra durante la pandemia, a pesar de su ineficacia sanitaria y económica, y ahora han callado como putas. 

Bien van.

En lo que acaba una periodista

Escribía en ABC y comentaba la actualidad en las tertulias de la COPE. Luego marchó con Rosa Díez a UPyD. Escribió entonces un libro sobre Zaida Cantero que ya no interesa ni a Zaida Cantero. También un libro que cobró de la Editorial Planeta, generosamente, Pedro Sánchez. «Manual de Resistencia» llevaba por título, y es un bodrio a la altura (bajura) del ególatra. 

Como agradecimiento, Sánchez la enchufó en su primer Gobierno como Secretaria de Estado para la España Global, otrora Marca España, de cometido difícil de entender. Después Pedro Sánchez, de nuevo en agradecimiento del infumable libro, la nombró presidenta del Consejo Superior de Deportes. Posteriormente se presentó por el PSOE en las listas para la Comunidad de Madrid, en cuyo Parlamento no consta ninguna actuación relevante. Tampoco fuera del Parlamento. Por último, ha sido nombrada Directora General de la Casa Árabe, de existencia ignorada por todos, incluso por ella. 

Se llama Irene Lozano y es una decepción de principio a fin. Su nivel de competencia raya a nivel del de su mentor, Pedro Sánchez, pero sin el bagaje paranoico de este último.

Partidos contra la sociedad

En la actualidad los partidos no resuelven los problemas de las personas, sino que se dedican a crear o provocar otros nuevos. No es algo propio de la democracia española, pero me temo que la nuestra es representativa de esta calamidad que se ha cernido sobre las cabezas de las personas. 

Un poco de historia patria puede contribuir a centrar la cuestión. La Ley para la Reforma Política de 1976 instauró la participación ciudadana a través de partidos políticos. Muy pronto se dieron de alta hasta 103 partidos políticos. No todos se presentaron a las elecciones. Pero aquellos tiempos debieron ser vertiginosos par quien asistiera a ellos desde la adultez personal: el 9 de abril se legalizó el PCE y Santiago Carrillo acepta la monarquía y la bandera rojigualda (14 de abril); don Juan de Borbón renuncia a sus derechos dinásticos en favor de su hijo Juan Carlos (14 de mayo); se convocan y celebran las primeras elecciones generales en democracia (15 de junio); se aprueba la Ley de Amnistía (14 de octubre) y Josep Tarradellas regresa a Cataluña (23 de octubre: "Ja sóc aquí!"); se firman los Pactos de La Moncloa (25 de octubre). Suma y sigue. Franco, no lo olvidemos, estaba recién enterrado.

Aquellos partidos estaban liderados y sustentados por lo mejor de cada ideología y generación. Los de ahora contienen lo peor de cada promoción y el extracto más analfabeto de cada año escolar. Ni a un lado ni al otro del espectro ideológico. Los partidos, que deberían defender los valores que garantizan la democracia, prefieren emplear su tiempo en batallar mediáticamente, dedicarse a una creatividad política espuria, y arrinconar a quienes ofrecen arrojo, coherencia y valor. Los líderes son de hojalata y se pertrechan de correveidiles para impedir su oxidación súbita. Incluso se irresponsabilizan de las tareas encomendadas por una Constitución que ni entienden ni han leído. Tal vez por eso mismo ha llegado el momento en que los ministros sean quienes ondeen pancartas contra el Gobierno (es decir, contra ellos mismos). 

Una reciente entrevista a Pablo Casado en RAC1 (durante la pasada campaña electoral en Cataluña) da buena cuenta de en qué consiste la política moderna. Directamente abogaba por ignorar lo que allí sucedía y abrazar buena parte de las vindicaciones secesionistas, acaso por intentar rebañar votos entre los catalanes que, sin ser independentistas, aman su tierra. La conclusión es inmediata: pasó de ser el segundo partido no independentista en el parlamento catalán a ser el último. Los votos emigraron a Vox, de quien el palentino reniega y trata como a un hospital de leprosos. 

La plataforma "S’ha acabat", con apenas tres años de vida, integra a jóvenes universitarios hartos del supremacismo secesionista que se niegan a marcharse de su tierra, que suele ser una de las más constantes causas de crecimiento del separatismo: el abandono e incomparecencia del constitucionalismo. Resulta difícil por qué desde las filas de un partido no se puede atender este tipo de emergencias reales de la sociedad. Y si atendemos a lo que ha sucedido (y está sucediendo) con UP, concluiremos que la sociedad civil deja de interesarse por las cuestiones civiles en cuanto se convierten en partidos políticos. 

Nuestro inefable y paranoico presidente insiste en que sumar y buscar puntos de encuentro es decisivo para hacer mejores políticas. Sumar una decena larga de partidos a los presupuestos, lejos de significar una demostración de objetividad por los problemas ciudadanos, simboliza los descuentos políticos del tipo Black Friday. Y, mientras tanto, la derecha se deja tachar de "golpista y franquista" (palabras de Odón Elorza, sin ir más lejos). Los tres partidos que atesoran a los votantes contrarios a este régimen comunista con ribetes de masoquismo social siguen burlándose de quienes los han apoyado porque, en lugar de buscar modos de frenar a la izquierda radical y al separatismo, siquiera de manera dialéctica, se dedican a brindarle al narcisista de la Moncloa la perpetuidad.


23/11/21

El esperpento político español de la justicia

Por si no lo sabían, o se les había olvidado, los ejemplos del Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas y la Defensoría del Pueblo abundan en el hecho incontestable de que los partidos colocan en su provecho a guiñoles que hagan prevalecer sus excelsos intereses particulares por encima de los torticeros intereses generales. 

Digo abundan porque ya venía siendo así. Luego resulta que, en el fragor de la batalla, alguno de los partidos olvidan que han de compadrearse para colocar a los suyos en los santos lugares y los demás se enfadan por ello. Cuando por fin se sientan a negociar (dicen) aprovechando una pausa de las baterías de guerra, lo proclaman como una victoria de la democracia. 

Lo interesante del asunto que nos ocupa es que, tras este último cónclave, algunos de los parlamentarios que han acuñado el bochorno trataban de desentenderse de ello declarando, con abnegado sacrificio, que votarían con la nariz tapada o directamente contra uno de los aspirantes previamente consensuados. Damas y caballeros, ha llegado el circo a la ciudad.


Teocracias

Génova, en un alarde de estrategia, limitada a los barruntos de la inteligencia teodorica porque nadie más sabe para qué enfangarse en semejante batalla, ha decidido pasar de las escaramuzas al enfrentamiento directo contra sus líderes regionales, especialmente aquellos que han cosechado un mayor éxito. A la batalla madrileña contra una ayuso se le une la guerra andaluza contra un moreno. Ambos dirigentes han logrado en las urnas lo que el palentino no ha conseguido de momento (y a este paso, difícil va a ser que lo consiga). Y por si resultase magro el cocido, la estrategia teodorica envió a sus huestes (bastante mindundis, conocidos solo en su casa a la hora de comer) a insultar a una cayetana que ha escrito un libro asaz crítico después de ufanarse de que nadie lo iba a leer. QUienes no lo leyeron fueron los mindundis que salieron en tromba a proferir insultos contra su autora.

El teodoro perdió Murcia, la capital, y también ha perdido Granada, como el rey moro: acaso por ello vive emperrado en impedir que quienes no pierden puedan proseguir su camino de éxito. Y como en la guerra vale todo, a diferencia de lo que sucede en el amor, donde no vale nada (desdigo con ello la creencia popular), el teodoro ha decidido que su misión en la vida y en el partido es destrozar las aspiraciones de su presidente. Es decir, hacer todo lo posible por impedirle ganar las próximas elecciones al psicópata narcisista que ronca en la Moncloa. Por todo lo posible nos referimos, entre otras lindezas, ungir de presidenta provincial a alguien que no es el Presidente de la Junta y filtrar una grabación ilegal del ciudadano que le presta votos en su tierra, por lo que se demuestra que el teodoro es mejor delincuente que estratega.

El partido gaviotero, lejos de Madrid y Andalucía, donde el teodoro no cuenta, lleva una trayectoria imparable de gran partido, como proclama su líder palentino: tal vez por eso en Cataluña pasó de 4 a 3 escaños y su más feroz antagonista de 0 a 11. Es lo que sucede cuando uno se convierte en visionario en Cataluña, donde no hace tanto dijo cosas como que no desea imponer la bandera nacional a nadie, que quiere recuperar la senyera frente a la estelada o que necesita pedir perdón por la actuación policial del 1-O. Es la misma región donde una cayetana convirtió a las gaviotas en el primero de los tres partidos nacionales del ala liberal y donde su impronta lo llevó al último lugar. Qué carrerón.


Monos sin lustre

Los alumnos son cada vez menos ignorantes de su inabarcable ignorancia y los profesores son cada vez más conscientes de tener perdida la batalla formativa, razón por la que ni se esfuerzan en tratar, al menos, de contrarrestar los desastres ocasionados por las sucesivas leyes educativas que los maniatan. Dirá usted que exagero, pero de un tiempo a esta parte corren por la red numerosos ejemplos de exámenes de aquella EGB tan ejemplar que, piedra a piedra, a pico y pala, los inquilinos del ministerio pertinente han contribuido a derruir para erigir una carpa por donde entran todos los aires, fríos, y se escapan todas las lógicas y racionalidades. 

Como es menester seguir destrozándolo todo en este ámbito (el camino hacia el analfabetismo exige de mucha continuidad en los esfuerzos a realizar), el Gobierno de España ha resuelto desterrar los aterrantes niveles de fracaso escolar decretando que tal cosa no existe. En su R.D. de Evaluación, Promoción y Titulación, el Consejo de Ministros apuntala la ignorancia como aptitud básica del alumnado (un alumnado que, cuando crezca, se convertirá en los profesionales del mañana). Si las estadísticas son ominosas, modifiquemos el criterio de cálculo, habrá pensado la ministra Alegría (ya lo había pensado ese engendro espantoso llamado Celaá). Eliminando la definición, los malos resultados escolares de la España educativa devienen excelentes resultados capacitadores, convirtiendo al país, por fin, en un erial por donde medren los analfabetos. Creo que ya lo venía siendo: basta con observar los currículos de quienes asen las carteras ministeriales de un tiempo a esta parte. Quien quiera que sus hijos se instruyan de verdad tendrá que pagar un colegio caro o abandonarse al sálvese quien pueda. Total, ¿no dicen que está todo en la red? ¿a qué espera nadie entonces para aprender?. El solemne vago de Castells lo enunció bien clarito no hace tanto. Antes todo estaba en los libros (incluso en los suyos, que son infumables). 

El sistema público educativo español finalmente la escolarización universal en un trámite administrativo, poco más, en nombre el igualitarismo, que no trata de otorgar las mejores posibilidades a quienes menos recursos tengan, sino a convertir a pobres y ricos en tontos ignorantes de solemnidad.  Pero ya digo que no es algo que se haya perpetrado con el último Real Decreto, ya se venía produciendo incluso desde los tiempos de Wert y mucho antes. Las luces que alumbraban una sociedad culta y distinguida se apagaron en el tardofranquismo, seguramente al acceder al poder quienes jamás habían destacado en ninguna asignatura en sus años escolares. 


El grandísimo atasco

A principios de 2020 irrumpió el coronavirus y se produjo el cierre de fábricas a nivel global, produciéndose una menor demanda de bienes no esenciales y, por tanto, reduciéndose la actividad industrial. Al reducirse también el comercio mundial, los puertos mantuvieron solo al personal indispensable y las navieras disminuyeron sus rotaciones para adaptarse a esta menor demanda. Años atrás la oferta de transporte marítimo internacional había menguado por una serie de fusiones y adquisiciones que redujo el número de navieras. En la actualidad, cinco compañías copan el 65 % del mercado de contenedores, convirtiéndolas en dueñas del comercio mundial.

A partir del otoño de 2020, y a medida que se levantaban los bloqueos, la demanda de bienes no esenciales aumentó rápidamente espoleada por el comercio electrónico y por la mayor renta disponible de los consumidores tras varios meses de confinamiento. Sin embargo, las cadenas de suministro no pudieron responder con la misma rapidez con la que se incrementó la demanda. China, la fábrica del mundo, incrementó su producción de forma limitada debido a la escasez de materias primas y al cierre intermitente de algunas de sus fábricas, restringiendo la oferta de ciertos productos.

A su vez, las navieras no pusieron en marcha toda la capacidad disponible y empezó el desajuste entre la oferta y la demanda de transporte marítimo. Los puertos no procesaban a tiempo los volúmenes cada vez mayores de envíos, provocando largas demoras, barcos anclados durante semanas fuera de los principales puertos y escasez de contenedores marítimos, atascados en los barcos en espera.

Durante 2021 las compañías de transporte marítimo han intentado adaptarse al incremento de la demanda modificando las rutas marítimas. Los contenedores arribados a los puertos de América y Europa no han podido volver de regreso a Asia debido a las severas restricciones chinas por la pandemia y a los altos costes de envío de los contenedores en vacío. Esto ha provocado la acumulación de contenedores en muchos puertos americanos y europeos. Hay suficientes contenedores para satisfacer la demanda, pero no están en los lugares adecuados.


El desmesurado aumento de la demanda mundial es inasumible y ha sumergido en el caos a fabricantes y distribuidores, que no pueden producir o suministrar como antes de la pandemia por varias razones:
  • La escasez de trabajadores (debido a la variante delta del Covid).
  • Falta de componentes clave y materias primas.
  • Aumento del precio de la energía.
  • Subida de los fletes marítimos.
  • Falta de conductores de camiones (se estima que se necesitan más de 400.000 en Europa y 15.000 en España).
Además, muchas empresas y consumidores han adoptado un comportamiento de sobrecompra que prolonga el desabastecimiento de componentes clave para la fabricación y puede hacer que los precios de los productos se disparen.

Estas interrupciones en la cadena de suministro seguirán afectando durante los próximos meses a la disponibilidad, tiempos de entrega y precios de muchos productos. Los más perjudicados serán aquellos que tengan cadenas de suministro más largas y globales (electrónicos, textil o automoción), en las que cada eslabón se sitúa en una parte distinta del planeta.

No es fácil predecir un final para esta crisis, pero los distintos actores implicados señalan que la congestión de los puertos y de las rutas de transporte marítimo podría prolongarse hasta mediados o finales de 2022. Ninguna de las partes que integran las cadenas de suministro globales estaban preparadas para un súbito incremento de la demanda mundial. La mayoría de ellas basa su modelo de gestión en principios lean: la cantidad justa para atender la demanda (desde los conductores de camiones hasta el inventario en los almacenes).

Mucho se ha hablado de las ineficiencias del JIT (Just In Time) en este contexto por lo ajustado de sus inventarios. Pero no conviene olvidar que el JIT tiene como propósito la reducción de defectos y no la reducción de costes. Por tanto, solo se fabrica la cantidad que necesita la siguiente etapa del proceso. Eso es lo que le da flexibilidad a este sistema y permite ajustar la producción ante las variaciones en la oferta o la demanda.

Tener grandes cantidades de stock se traduce en costes elevados e ineficiencias si la demanda cae. Y la opción de disponer de stocks de seguridad solo permite ayudar a las empresas en las fluctuaciones en el corto plazo, no en un contexto pandémico de escasez global. Por lo tanto, las empresas con mejores resultados serán no solo aquellas que cuenten con una cadena de suministros centrada en la velocidad y en los costes, sino también las que califiquen como cadenas de suministro triple A: agilidad, adaptabilidad y alineación.

Los grandes vencedores de esta crisis han sido, son y serán las principales navieras, cuyos beneficios en el tercer trimestre de 2021 son inéditos. 

22/11/21

Logorrea trucada

Pocos de los que votaron a Pablo Iglesias (UP) se acuerdan de él. Tampoco lo echan de menos. Y esos pocos justifican en la ilusión su entusiasmo por alguien tan aborrecible. Son las mismas ilusiones que unos trasvasan a Yolanda Díaz, Ada Colau, Mónica García, Mónica Oltra o a quien en su momento emerja en la izquierda más comunista conforme transcurran las estaciones.  

Los políticos padecen de logorrea, pero tras el reciente concilio por el Anillo del Poder, las mujeres emergentes de la izquierda han repetido en innumerables ocasiones lo de «estamos muy ilusionadas» (se les ha olvidado decir ilusionades) y que tienen un proyecto, acaso en la mente. Pese a ser todas ellas mujeres, o de tal construcción de género, nadie lo ha encontrado de un intolerable feminismo. Además pasearon a una ceutí enfundada en su velo islámico, símbolo de la opresión de las moras españolas que, al parecer, no con mujeres y por ello la libertad puede esperar para ellas un tiempito. 

Chaqueteros

En la Transición, nadie exigió modificar la ley de Amnistía para introducir la imprescriptibilidad de los crímenes franquistas. Los legisladores, como lo prueban las actas del Congreso, obviaron cualquier alusión a los delitos franquistas porque, hasta la aprobación de la Constitución, el franquismo no era un delito, sino la ley. La Alianza Popular de Fraga Iribarne se abstuvo en la votación por considerar que la gracia concedida era excesiva. 

La ley de Amnistía no desgarró la conciencia de ningún demócrata y nadie, en el antifranquismo político, pensó que se estuviese otorgando la impunidad por los crímenes del franquismo. El escenario de la ley de Amnistía no era el del perdón recíproco, sino el del perdón del franquismo por interés moral hacia las salvajadas del antifranquismo. En cualquier caso, el perdón se lo concedió el franquismo a sí mismo. 

Las mentiras de hogaño sobre la ley de Amnistía arrancan de la mentira de que fue la presión popular quien trajo la amnistía y la democracia. Olvidan de que a Arias Navarro lo fulminó el Rey de España, no el pueblo. La democracia en España no fue una conquista antifranquista. El objetivo del antifranquismo nunca fue tomar el poder, sino reforzar a las autoridades partidarias de que en España se estableciese un régimen democrático que neutralizase a los inmovilistas. Nadie pretendió que los torturadores y sus jefes fueran juzgados. Los representantes del franquismo fueron tildados de chaqueteros. Y ya está. 

La izquierda contemporánea no disculpa las derrotas que sufrió en el siglo XX. Una, que perdió la Guerra Civil. Otra, que no pudo acabar con el franquismo por sí sola. La izquierda no derrocó a Franco. y tras la muerte de este la izquierda no pudo tampoco imponer la República y el ajuste de cuentas. La tercera y más amarga derrota para la izquierda fue que España acabó teniendo una democracia impecable a través de un profundo proceso reformista.  

La izquierda ha tratado, en vano, de hacer sanar estas heridas. Durante años se impuso la tarea ingente de convencer a todo mundo de que la democracia había sido traída por la fuerza desbordante de las masas y no por el Rey, Suárez o Torcuato. Con Zapatero empezó el bulo de que la Transición no había alumbrado una democracia sino un enjuague. Este razonamiento fue exhibido por el ministro Félix Bolaños en el Senado al decir que en España solo hay democracia desde que el socialismo llegó al poder en 1982. Esta zafiedad intelectual es hilarante, pero revela el sentimiento oculto de una izquierda muy pobremente armada en lo intelectual.

La Memoria Histórica o Democrática o como la quieran llamar no tiene que ver con fosas comunes ni cunetas, sino con la pretensión de la izquierda de arrogarse la implantación de la democracia. Jamás ha asumido que la democracia en España la otorgaron quienes habían arruinado el país durante cuarenta años. La derecha es hija del franquismo, pero acabó enmendando los desatinos de sus padres.


Absolución contraria a Joe Biden

El 25 de agosto de 2020, la policía de Kenosha, Wisconsin, dejó a una parte de la ciudad a su suerte durante las protestas del Black Lives Matter tras la muerte de Jacob Blake, un afroamericano tiroteado por un policía dos días antes tras localizarlo en el interior de un vehículo. 

El estado no envió a la Guardia Nacional para controlar las protestas. En un momento dado, un joven  de 17 años llamado Rittenhouse, que defendía un concesionario de coches asaltado los días previos, se quedó solo tratando de apagar un fuego iniciado por los vándalos que merodeaban por las cercanías. El joven portaba un arma legal. Según la fiscalía, en un momento dado alguien en la muchedubre gritó: "¡Arma, arma, arma!" y Rittenhouse salió corriendo. Lo siguió Joseph Rosenbaum, una persona de 36 años con problemas psiquiátricos que había sido condenado por abusos sexuales a menores y que previamente había amenazado a Rittenhouse de muerte esa misma noche. Rittenhouse disparó al aire y Rosenbaum se giró lanzó sobre él tratando de arrebatarle el rifle. Rittenhouse disparó entonces cuatro veces acabando con la vida de Rosenbaum. Este incidente fue grabado en vídeo por teléfonos celulares de algunos testigos y por las cámaras de un dron que sobrevolaba la zona.

Un amigo de Rittenhouse le aconsejó acudir a la policía para explicar lo sucedido y entregarse. Inmediatamente fue perseguido por varias personas, que lo golpean repetidas veces hasta que se derrumba,. Es golpeado por dos personas más: una de ellas con los pies, de quien se protege disparando dos veces al aire y haciéndole huir; una segunda, Anthony Huber, de 26 años, le agrede con un monopatín e intenta quitar el arma, recibiendo un disparo en el pecho que lo mata. Un tercer perseguidor, Gaige Grosskreutz, de 27 años, armado, apunta con su pistola a la cabeza de Rittenhouse y recibe un disparo que le destroza el bíceps. Es la única víctima de aquella noche que ha declarado en el juicio como testigo de la fiscalía. Tuvo que admitir que el acusado no lo disparó hasta que no lo apuntó con su pistola, algo difícil de negar habida cuenta de las pruebas en vídeo.

La defensa alegó legítima defensa debido al miedo razonable a que lo mataran o lo hirieran gravemente. La fiscalía alegó que Rittenhouse provocó los altercados y que había perdido el derecho a defenderse. A Rittenhouse el presidente Joe Biden lo llamó "supremacista blanco" y los gigantes de internet "asesino en serie".

El veredicto del jurado ha sido la absolución.

Queda por ver si tras este veredicto vuelve a haber disturbios y si las autoridades volverán a permitir que Kenosha vuelva a arder.

Pedagogía beata o la ignorancia de cuanto se desconoce

La LOMLOE decreta que a se imparta a los alumnos «ciudadanía mundial», pero no filosofía o sintaxis. Además, se estigmatiza las evaluaciones (los exámenes) porque en el mundo de las competencias individuales dejan de tener sentido las evaluaciones grupales. 

Se transmite el mensaje de que el trabajo intelectual es un castigo mientras se parangona la necesidad de fomentar el pensamiento crítico (y sabido es que pensamiento crítico es el que coincide con el del Gobierno). Los exámenes son calificados de excluyentes y uniformizadores porque "los alumnos no saben más o menos, sino de maneras diferentes". 

Hay psicólogos o pedagogos que merecen realmente una visita a los infiernos. 


No llega ni soltando lastre por la borda (o maletas por vaya usted a saber dónde)

Una cayetana descargó la confesión presidencial de haberle entregado todo el poder a un teodoro. Es la misma cayetana que plantea reforzar las huestes para la batalla cultural contra la izquierda, pero que al mismo tiempo vota en blanco durante la renovación del Tribunal Constitucional. Votar en blanco es la demostración práctica de la despolitización política de lo judicial.  

Al tiempo, una periodista del diario independiente de la mañana cita a fuentes de Génova («dirigentes próximos a la dirección») para justificar el necesario apartamiento de una ayuso: «A veces hay que tirar las maletas por la borda para que no se estrelle el avión». Ahora resulta que los aviones tienen una borda y que, no importa cuán alto y presurizados vuelen, siempre se puede lanzar las maletas fuera para que sigan volando.

Mientras tanto, el tándem palentino y murciano proclaman que «vamos bien» mientras las encuestas muestran que van perdiendo la ventaja ayusana y que necesitan más que nunca a los apestados de Vox para echar a Sánchez. 

Como dijo el otro, este chico no llega.

El dichoso adjetivo de lo social

España cuenta con un Ministerio de Igualdad y un Ministerio de Derechos Sociales. El Ministerio de Igualdad de España justifica formas de desigualdad (por ejemplo, vulnerando por razones de sexo la presunción de inocencia) para alcanzar la igualdad. Y el Ministerio de Derechos Sociales se ocupa del bienestar, de la educación de calidad, de la igualdad de género o del fin de la pobreza. Uno y otro coinciden en tirar de presupuesto para alcanzar sus loables fines. Es decir, mayor presión fiscal: pagar más impuestos.

La igualdad es un asunto que viene explícitamente mencionado en la Constitución de 1978. Pero los derechos sociales no, de hecho, ni siquiera sabemos lo que son: ¿el bono cultural para los jóvenes?; ¿los escraches?; ¿los referendos ilegales?; ¿la segregación lingüística en las autonomías con lengua cooficial?; ¿el derecho a decidir?. El adjetivo social es una engañifa: un derecho solo existe si está reconocido por la ley. Las declaraciones de derechos suelen ser antes guías morales que realidad jurídica. Los derechos los establece el Poder Legislativo (el Parlamento) y no los ministerios del Ejecutivo.  Y en lo referente a la igualdad, tres cuartos de lo mismo: las democracias reconocen la la igualdad jurídica, la igualdad política, la igualdad de oportunidades, etcétera. Todas ellas derivan de la doctrina cristiana, que democratiza las sociedades ignorando su jerarquía social explícita (las polis helenas negaban la igualdad, por ejemplo). La igualdad económica no es reconocida por ninguna democracia, solo por los estados dictatoriales comunistas (casos de Corea del Norte o Cuba, y solo en la teoría). La igualación económica solo es viable mediante la supresión de las libertades individuales. De hecho, las democracias modernas surgen para garantizar la igualdad moral y las libertades individuales. Entendido esto, conviene advertir que las democracias actuales asumen como inexcusable la protección de los desvalidos y la mejora del bienestar. No por una cuestión de igualdades o derechos sociales, sino de solidaridad. 

En aras de la igualdad y de lo social, los políticos modernos practican la peor amenaza a la calidad democrática justificando en ellas las subidas de impuestos (recuérdese la hipocresía reciente de Urkullu acusando a la CAM de practicar "dumping" fiscal" y poniendo en peligro la realización de políticas sociales). Pareciera que todas las mejoras sociales e igualitarias se han de efectuar menoscabando la tranquilidad económica de los trabajadores. Pocos entienden que el mayor derecho social consiste em disfrutar de los frutos del trabajo mientras se contribuye lo indispensable al bienestar común. 

Suicidiosincrasias

Publican un estudio donde se confirma el aumento de suicidios y enfermedades mentales en toda la población, pero con mayor incidencia en los jóvenes. Decía Fidel Castro, aquel tirano de lengua fácil de no hace tanto tiempo, que jamás una persona vuelve a tener la pureza y el desinterés con que de joven se enfrenta a la vida. Por supuesto, dicha pureza y desinterés pueden ser puestos a prueba, incluso combatidos, con metralla diaria, del tipo:

  • No hay futuro, y si lo hay, va a resultar muy doloroso y difícil
  • No hay trabajo, y si lo hay, será precario durante muchos años
  • Estudiar no vale para nada: no te esfuerces mucho porque regalan los títulos para que no se frustre nadie
  • Si no provienes de una familia rica, no tienes nada que hacer
  • Cuando te jubiles, aunque ni siquiera te inquiete ahora esa contingencia, tendrás una pensión irrisoria y las pasarás canutas.
  • Olvídate de la casa de tus padres: cuando quieras heredarla, si la heredas, porque es posible que la vendan para vivir sus últimos años con cierta dignidad, tendrás que pagar por ella un montón de impuestos que no podrás afrontar.
  • Deja de comer carne que los pedos de las vacas arruinan el planeta.
  • Deja de comer dulces, las golosinas sostenibles son el oxímoron de las multinacionales porque el azúcar, como todo lo que nos gusta, es malísimo.
  • El cambio climático es irreversible y en pocos años el planeta se irá a la mierda sin que nadie pueda hacer nada por impedirlo.
  • Si no eres mujer, eres un asesino en potencia.
  • Si eres mujer, te acabarán violando ocho tíos en cualquier portal.
  • Si eres hombre, pese a todo, has de tener consciencia de la barbarie innata que llevas dentro de ti.
  • No sigas el ejemplo de tu padre ni de tu abuelo, eran patriarcas que dominaban y despreciaban a las mujeres por mucho que la familia estuviese articulada alrededor de tu madre o de tu abuela.
  • Si eres hombre y te gustan las mujeres, o eres mujer y te gustan los hombres, entonces estás contribuyendo a la sociedad heteropatriarcal que ha arruinado la existencia.
  • Si un día eres padre, olvídate de tus hijos. La madre se los llevará impunemente porque sí.
  • Seas padre o no, eres un violador en potencia. Solo por mirar a una mujer ya la estás violando.
  • Si eres mujer, da lo mismo que seas madre o que no lo seas: estás obligada a zafarte de la existencia de los hombres.
  • Si eres lesbiana, gay, transexual, bisexual, intersexual, queer (aunque a lo mejor te pasa como a mí, que no sabes lo que es eso) o vaya usted a saber qué, es decir, cualquier cosa menos heterosexual, entonces tuyo es el reino de los cielos. 
  • Da lo mismo lo que seas: si montas tu empresa te conviertes en un explotador miserable.
  • Los impuestos serán cada vez mayores y te consumirán las entrañas.
  • En algún momento de tu vida tendrás tentaciones de ser negacionista en algún tema.
  • Tu sexo es un constructo. 
  • Va a haber un apagón más pronto que tarde y todo se irá a la mierda, incluso en repetidas ocasiones.
  • El desabastecimiento generalizado que viene te afectará de lleno, y cuando crezcas será aún peor.
  • Si te esfuerzas y te va bien, eres un facha.
  • Viajar pone en peligro el planeta.
  • Aunque decidas vivir solo y olvidarte de ligar y de emprender y de comer carne y te dediques a comer hamburguesas de soja y ver Netflix, el mundo se irá igualmente a tomar por culo.

Pues eso.

21/11/21

El patán que sí volvió a su casa solo y borracho

Se han cumplido diez años de las elecciones generales que entronizaron a Mariano Rajoy (20 de Noviembre de 2011) como presidente de un Gobierno que atesoraba una asaz abundante mayoría absoluta. Casi 11 millones de ciudadanos votaron al PP en aquellas elecciones para que el gallego acometiese todas las reformas que fuesen necesarias tras el paso del nefasto Rodríguez Zapatero, ese señor de Valladolid (aunque pacido leonés) que, con el tiempo, tras su paso por la Moncloa, devendría amigo tonto muy útil del dictador venezolano Nicolás Maduro.

La virulencia de la crisis económica que hundió al PSOE de Rodríguez Zapatero tras dejarnos a merced de la mar arbolada mundial desatada por la crisis subprime (o cómo la banca siempre gana aunque pierda y cómo los gobiernos se mimetizan con sus intereses más espurios), permitió aflorar los muchos escollos, males, corrupciones y desgastes que medraban en una España crepuscular y decadente, exhausta de falsa riqueza y ebria de un bienestar que siempre pagaban otros. Sin embargo, lejos de acometer una democratización total de las estructuras estatales, un arreglo profundo del lío territorial y acabar con las estupideces revanchistas del zapaterismo, que reabrían las heridas ya cicatrizadas de la Guerra Civil, el gallego, indolente y mediocre como él solo, dejó pasar la mejor oportunidad que vieron los siglos por la simple razón de que su mente no estaba preparada para acometer una tarea que exigía lecturas algo más substanciosas que el Marca. Rodeado de tecnócratas y abogados del estado, muy listos y capacitados para unas oposiciones exigentes, pero desganados en todo lo ideológico y sin ninguna afición a combatir en las batallas que plantea la izquierda, a don Mariano el Manso le acabó estallando el golpe de Estado separatista y los escándalos de Bárcenas o la Gürtel, ante los que ni tan siquiera reaccionó con algún provecho. En la tarde del 31 de mayo de 2018, tras arengar abúlicamente en el Congreso de los Diputados durante la moción de censura presentada por Pedro Sánchez, el de Pontevedra abandonó el hemiciclo para acabar borracho de whisky en el reservado de un restaurante próximo. Más incompetencia e incuria no podía darse. O sí. Ni siquiera fue capaz de voltear la carta de una dimisión que hubiese impedido que, un año más tarde, pese a haber perdido una cuantiosa colección de votos, su sanchidad acabase gobernando este país de la mano de comunistas de medio pelo, separatistas de todos los colores (incluidos los bilduetarras) y un pene en uve que hace tiempo que carece de ninguna visión allende Pancorbo.

Sánchez, que no ha leído un libro en su vida ni ha escrito tampoco ninguno (porque no cuenta el engendro que le redactó cierta periodista trepadora), porque ni tiene inteligencia ni sabiduría política, de lo que sí dispone es de un enfermizo afán de protagonismo y una morbosa necesidad de poder a toda costa, es decir, sin importar sobre qué bases lo sustenta. Aunque este último punto no es tan claro como lo parece, porque el rechazo a coaligarse con los Ciudadanos de Rivera en la primera oportunidad (y mejor) que se le presentó, y la facilidad con la que abrazó a un coletas y todo el ejército de muertos vivientes que vino detrás (porque se zampan todo lo que está vivo) sí que define una ideología. Y no es la socialista, a menos que por tal entienda lo que pergeñó Largo Caballero. Finalmente Albert Rivera tuvo que cargar con la culpa de no librarnos de la desgracia de individuo que nos ha tocado en (mala) suerte lidiar, y el muñidor de sancheces (720.000 votos menos) se abrazó con el de la coleta (515.000 votos menos), preso del pánico, marcando el desastroso rumbo por el que hoy navega esta España donde han medrado todos los idiotas que, en aras de un izquierdismo que jamás han entendido, acaso por estar mucho más lejos de lo que sus mentes son capaces, han apresado el blasón izquierdoso para no soltarlo. 

Con el doctor Frankenstein llegaron todos los males presentes un 10 de noviembre de 2019, propios del narcisista psicópata que es. Sin asunción del beneficio que otorga la centralidad y una democracia parlamentaria realmente activa, las fuerzas periféricas no solo han impuesto su mordida, también han exigido acabar con la transición del 78. SI España no está balcanizada, poco le falta. Han pasado solamente dos años, pero parecen dos siglos. Nuestro presiliente miente a todos todo el tiempo y firma los cheques de sus socios con la misma facilidad con que justifica cualquier destrozo institucional y devora la democracia con su radicalidad y sectarismo. Este Gobierno así constituido no tiene otra argamasa que el rechazo a la derecha, una derecha insignificante (la de la gaviota) salvo en Madrid, a quien no dudan en unir a los más conservadores (Vox). Sabedores de su endeblez numérica, y conscientes de que enfrente tienen a un palentino que es el más tonto y torpe que encontraron en la calle Génova, se pasan el día gritando proclamas para lograr cuanta más agitación social, mejor, y buscando el enfrentamiento entre bloques, cuando los bloques son el de los que se benefician del expolio en que se ha convertido la democracia española (centrifuguistas e izquierdosos inmovilistas) y seguramente todos los demás, aunque esos demás provengan de sus propias filas. Toda la batería de leyes que elevan al Parlamento benefician siempre a la izquierda radical: Educación, Ley Trans, Memoria Democrática, Seguridad Ciudadana… 

Qué sucederá en los dos años que restan de legislatura, nadie lo sabe. Pero si el tipejo que nos gobierna sigue fiando su suerte a los mismos socios y el hambre de estos no mengua (por qué iba a menguar), la debacle política, social y económica está asegurada. Y todo ocurrirá sin oposición, porque los de la gaviota no se ocupan de Sánchez (incluso votaron a su favor -aunque se absutvieran- para permitirle gestionar una pandemia que el Tribunal Constitucional ha rechazado varias veces sin que unos y otros hayan dimitido o cuando menos alzado el mea culpa) sino de una Ayusa que sí ha identificado con claridad lo que pide la calle, muy al contrario que los teodoritos y pabletes que viven su momento político queriendo ver pasar el cadáver político del psicópata que duerme en La Moncloa y disparan a todo lo que en su entorno tenga éxito.  

Instituciones devaluadas. Clases medias depauperadas. Una crisis galopante en ciernes... Y aquí, soportando el restrojo seco y hediondo que nos dejó un inútil que, aquella tarde, regresó borracho a su casa. Y solo. 

El Titanic del PP

Isabel, quien navegaba a la deriva emparedada entre ciudadanos y voxeros, acabó conectando con el liberal-madrileñismo de la capital al mismo tiempo que se alejaba de la autorictas gaviotera. Conectó sobre todo durante, o más precisamente a causa de, la pandemia, y lo hizo pertrechada con las armas que la Constitución y las leyes estatutarias entregó a los presidente autonómicos despojándoselas al Gobierno. Porque resulta que no fue la oposición, sino el coronavirus quien desnudó al emperador que se creía más guapo y alto que nadie convirtiéndolo en un majadero con menos cerebro que una cascarón de escarabajo. 

Pero, válgame los cielos, el sendero trazado por la maquinaria estatal fue seguida fielmente por todos los lehendakaris que medran en la piel de toro y no solo en Euskadi, incluidos los del partido gaviotero, salvo por Isabel, quien había confinado la parte de la Comunidad de Madrid que ella podía confinar varios días antes de que se diera cuenta su sanchidad de lo que estaba ocurriendo. Isabel se alió con ese Madrid (sabido es que capital y comunidad son para sus gentes lo mismo) que sufrió como ninguno, que se recuperó como ninguno y que deseaba resucitar como ninguno. Pura calle. 

Los naranjitos, o más específicamente un naranjito que nunca supo ser otra cosa que uno que pasaba por allí, quiso revivir el episodio murciano (que tan mal luego les saldría a los suyos y a su sanchidad) e Isabel, en contra del dictamen de los portentos en mindundeces de la calle Génova, convoca elecciones y arrasa. Los madrileños la votan en masa, lo mismo por méritos propios que por hartazgo de su sanchidad, el mentiroso más mediocre y peligroso que jamás haya pisado la Cámara Alta. E Isabel solicita (sinónimo de exigir) que se haga en el partido lo que los ciudadanos han proclamado en las urnas. A la postre, no hay nada más democrático que un despacho. Reclamar el mismo liderazgo regional que todos los demás presidentes autonómicos gavioteros ya ostentan suena a carne chamuscada en las pituitarias de esos genios efébicos que creen gobernar su partido y se ven llamados a encaramarse hasta lo más alto del palacio monclovita. 

Tocase o no, qué más da. Bastaba con haber dicho que por supuesto. Pero entonces un teodorico pergeña un iceberg haciendo uso de ese engendro político llamado primarias colocando al alcalde de la capital (un segundón acomplejado que aún no ha advertido que lo es y al que los teodoricos colocaron en la portavocía por quíteme usted una cayetana) como competidor de Isabel. 

Se ha cubierto de gloria el murciano: si Isabel gana, el palentino mansurrón verá fracasada su reputación, y si Isabel pierde, Madrid no le votará jamás. Lo dicho: el teodorico es un genio en provocar hundimientos.



Post scriptum: el palentino afirma que "(su partido) es una gran orquesta en la que no caben los solistas ni el personalismo, afinada, armónica donde prima una partitura fuerte y no la suma de planes individualistas", seguramente aludiendo a una ayuso y a una cayetana. Precisamente el cometido de un buen director de orquesta es la de integrar a los solistas en la orquesta. Las referencias musicales del palentino están a la altura de la periodista que pretendía soltar lastre por la borda del avión (sic). Lo dicho. Este chico no puede ser más mindundi.

Lengua y Netflix

Resulta ahora que los prebostes catalanes quieren que Netflix y resto de plataformas audiovisuales (así se las llama, para mí que son emisoras sin telediarios) emitan en catalán. Y que Bildu exige al PNV que los postulantes a ertzainas hablen euskera, lo mismo que cualesquier otros funcionarios públicos. De donde se infiere que lo más importante para un nacionalista es su lengua cooficial, porque, como es obvio imaginar, un nacionalismo sin lengua propia no deja de ser un regionalismo bastante soso. 

El pensamiento de un bilduetarra viene a ser el siguiente: «El euskera solo han de hablarlo los nuestros». La Constitución declara la igualdad de oportunidades para cualquier españolito con independencia de su sexo, raza, credo o afiliación política, pero se le olvidó lo de la lengua nativa y la vehicular también, creaciones ambas postconstitucionales que nadie (con capacidad para ello, es decir, con mayoría en el Parlamento, como aquel sansirolé y lagumán de campeonato llamado Rajoy) tiene arrestos para enmendar. 

Lo del catalán es parecido, sin ser lo mismo. Quim Torra pensaba (ignoro si aún lo piensa) que los españoles hablan la lengua de las bestias, motivo por el que la ETA (que se identificaba con una serpiente) empleaba en sus comunicados el idioma español para mejor hacerse entender. En realidad, toda la praxis desarrollada en favor de la inmersión lingüística se ha llevado a cabo no para igualar los idiomas propios de las comunidades con el español, sino para suprimir este de cabo a rabo, incluso ante el empeño de los ciudadanos en no dejarlo suprimir. Y no necesito referirme al Quijote, ese libro tan crucial e importante que se ha leído igual de poco en todas partes, para reafirmarme. Pero resulta que el castellano tiene una buena cantidad de libros universales, por ninguno del euskera y solo uno del catalán ("Bearn o La sala de les nines", del mallorquín Lorenzo Villalonga), aunque tampoco lo haya leído nadie, y menos aún Quim Torra. 

Lejos de ser oprobioso, saberse tierra virgen en lo literario ha de resultar para los nacionalistas una oportunidad como no ha conocida otra los tiempos. Por lo demás, como no veo Netflix ni nada de todo eso que se emite por la tele y por internet, me parece bien la petición: otra cosa es lo que opinen los que mandan en esas empresas, que a buen seguro anotarán el requerimiento para cuando mejor les venga.

Los conspiradores del 11M

A mucha, muchísima gente, hablar del 11-M produce pereza, indolencia, una pizca de hartazgo, y no poca irritación. Salvo para quienes están ...