9/6/08

Competitividad y economía

No sé a usted. Pero a mí, eso de la estanflación me parece que ya está aquí. Y si no está, poco le ha de faltar. Las cifras que nos van llegando sobre la marcha de la economía, y las cifras donde se pronostica por dónde va a transcurrir ésta en el futuro inmediato, son preocupantes. El exiguo crecimiento del PIB durante el primer trimestre de 2008 no augura nada bueno. Los precios tienen complejo de astronauta y van camino de rozar la troposfera. Así lo parece confirmar un informe de Caixa Cataluña. El IPC de los productos que más frecuentemente consumimos los ciudadanos ha crecido en el primer trimestre tres puntos por encima del IPC que calcula el gobierno. Como para no sentirse despavorido. Estamos hablando de caídas del empleo no vistas en mucho tiempo. El precio del petróleo sin conocer techo. Caídas espantosas en las ventas de pisos y de coches... Permítanme ironizar sobre la coincidencia, pero cada vez que en España se organiza una Expo, la economía se viste de luto.

Todos sabemos que el Gobierno poco puede hacer ante una coyuntura tan internacional, a la que deberíamos referirnos como una coyuntura globalizadora. Las medidas, de tipo presupuestario, anunciadas por Solbes o el propio Zapatero son lentas, tardan en producir resultados beneficiosos. Si es que los van a introducir. Difícilmente han de conducirnos, por sí solas, en sentido inverso al de la economía del resto de la UE. Pero algo tendrá que hacer este Gobierno. Las voces de la oposición, ahora que parece que comienzan a susurrar alguna cosa (hora era ya), no pueden sino atestiguar que la cosa va mal. Muy mal. Parece obvio que es en esta legislatura donde el Ejecutivo ha de dar cumplida cuenta de su solidez y madurez. Para ello no basta con anunciar, ante cualquier micrófono, que el Gobierno lo que tiene es confianza y optimismo. Tiene que anunciar serios y contundentes medidas de ajuste para, primero, lograr que toda la sociedad iguale su perspectiva de la situación (digamos que es mala de una vez por todas, sin caer en demagogias electoralistas, que éstas ya pasaron hace unos meses), y luego tratar de paliar los desastrosos efectos de esta crisis económica que arrolla sin flojear.

Porque causas que sean culpa nuestra, también hay unas pocas. Dicen los expertos que uno de los males en España se refiere a la competitividad de las empresas. Dicen, por tanto, que en España, como país, ésta es muy inferior a la de los países de nuestro entorno. Y a mí no me extraña en absoluto. No dejan de publicarse periódicamente planes de mejora de la competitividad desde hace años. Echen un vistazo por las páginas del BOE (y de los boletines de las distintas Autonomías). Descubrirán que están impregnadas de curiosas ayudas para la innovación y competitividad desde hace una década al menos. Estas ayudas que, repito, son curiosas en sí mismas, apenas encubren sino subvenciones descaradas a consultoras y los denominados “organismos intermedios”. Cualquiera diría que llevamos muchos años trabajando por la mejora de las PYMEs. Pero muchos años más tarde, las PYMEs siguen pareciendo estar igual de necesitadas, en términos de competitividad, pero las pequeñas consultoras hacen su agosto con estos planes bochornosos y, en muchos casos, vergonzantes. Si algo espero del nuevo ministerio de Industria, es que sepa reconducir cuestiones como ésta.

Dice Solbes que este año el Estado cerrará sus cuentas en números rojos. O sea, que va a recaudar menos por causa del desplome en la actividad económica. Y no lo dice, pero ya muchos sabemos que 2009 va a ser un año de espanto. Imagino que será harto difícil realizar en nuestro país reformas estructurales que frenen la inflación. Y eso significa que en mi hogar, como en el suyo, las vamos a pasar canutas. Sería consolador escuchar al Ejecutivo hablar clara y rotundamente de estas cosas. Pero hay luces en medio de estas sombras. Zapatero ha comenzado a hablar de acuerdos con los agentes sociales. Tienen que ponerse a trabajar. Y ya.

Publicado en El Plural

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