27/11/21

¡Que viva Sánchez Villa!

El 40º Congreso Federal del PSOE ha sido una muestra de enaltecimiento de Sánchez y consagración (de momento) del sanchismo, al menos hasta que periclite, y sospecho que su memoria no será salvaguardada, como le ha ocurrido a ese idiota solemne provenezolano, el expresidente Zapatero.

Nunca como ahora ha habido tan poco debate en el PSOE ni dirección alguna ha dispuesto de tanto poder para cambiar por completo a este partido socialista que no reconocen ya los más viejos del lugar. Los partidos atienen su devenir a la ley de hierro de las oligarquías. Concentran todo el poder en muy pocas manos y, para ello, el sistema de primarias, que se vislumbraba como fármaco que atajase la enfermedad, solo ha agudizado aún más el problema. Porque es un problema. Silenciados los órganos de dirección, obligados (en propio provecho, no por convicción) a callar las mentes mejor pensantes de tales engendros, proliferan los caudillos absolutistas que acallan cualquier debate interno y socavan la democracia representativa en aras de un populismo que no deja de ganar terreno. Las cúpulas de antaño no son sino minaretes desde la que el muecín dicta la oración y el resto obedece.

Aunque los socialistas piensen que el PSOE es más fuerte que nunca, las inclemencias económicas de este invierno del descontento shakesperiano amenazan con arrumbar toda perspectiva, por lo que tienen que forzar la maquinaria y aprovechar este tiempo en el que aún gestionan miles de millones a discreción y con arbitrariedad. 

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