14/3/22

Solo existe Ucrania (lo demás es invisible a los ojos y al corazón)

Hay refugiados de muchas índoles y categorías. Los de estos días de crudeza guerra ucraniana responde a niños hermosos dormitando en los hombros apaciguadores de sus madres, que exhiben el rostro congestionado por el trauma de ver destruida una forma de vida cuando todo parecía indicar que jamás sucedería. No en Europa.

En 2015, cuando la crisis de refugiados de Grecia y Macedonia, que ya nadie recuerda, las familias sirias no despertaban igual espectáculo. Hoy, felizmente, parece que el mundo ha despertado para advertir cuán despiadado y asesino era el gobierno ruso. Los sirios estuvieran muriendo bajo las mismas bombas rusas durante años y sus voces igualmente rogaron al mundo que fuesen ayudados. Pero el mundo no se preocupó de Siria, más allá de lo habitual (alguna ONG, consternación, etc.). ¿Cómo le cuentas a un niño sirio que su vida no forma parte de un cálculo geopolítico y que en el gran esquema de los titiriteros su vida no vale nada?

Siento decir que los refugiados son acogidos selectivamente, lo mismo que los criminales de guerra son también castigados selectivamente. Es un sesgo propio del mundo occidental que se escucha a diario en la retórica de los políticos, los periodistas y demás líderes mundiales, que nunca faltan (creo que sobran). Estos días, en Polonia, se percibe con claridad cuál es la situación de necesidad y esfuerzo cuando los refugiados son bienvenidos, cuando la bondad y la compasión saluda a quienes huyen por temor. Cuando cientos de voluntarios esperan autobús tras autobús con letreros que ofrecen viajes gratuitos y lugares cálidos donde cobijarse. Cuando las fuerzas de seguridad del anfitrión facilitan el movimiento y proporcionan información y refugio. En 2015, quienes huían fueron acorralados como ganado por las fuerzas de seguridad: kilómetros y más kilómetros de personas caminando, esperando y rezando para que alguien mostrase misericordia. Abundaba la retórica antirrefugiados en los gobiernos europeos y en la propia población europea. Incluso temíamos que el ISIS se infiltrara entre todos aquellos refugiados.

Nos apiadaremos mucho, pero lo que sucede en Etiopía, Irak, Yemen, Siria, la República Democrática del Congo, casi todo todo el Sahel, Mozambique o Haití, nos da lo mismo, salvo cuando vemos las imágenes en los telediarios. Cuando los refugiados vienen de Oriente Próximo o Medio, de África o de Afganistán, el dolor y sufrimiento nos resultan irreconocibles. Y todas esas personas también tienen sueños, hogares y deseos de prosperidad. En 2015 solo las excepciones resultaban ayuda para aquellos refugiados, en forma de comida y agua para los refugiados. Ahora mismo, en cada centro de reubicación de refugiados y cruce fronterizo, hay montañas de ropa, animales de peluche, juguetes y mucho más, amén de todo un sistema y un masivo voluntariado trabajando juntos para ayudar a los ucranianos que huyen. Entonces, la canciller alemana, Angela Merkel, dijo que Alemania acogería a un millón de sirios. Lo que finalmente resultó fue un acuerdo con Turquía para cerrar la ruta migratoria. Hoy, muchos de aquellos refugiados siguen en los mismos campamentos y en los mismos centros, con la vida estancada y muchos niños, nacidos en esos campamentos, jamás han conocido un hogar real. Es probable que muchos no sepan que los sirios todavía están en campamentos improvisados. Hoy, los países se han unido para presionar a Rusia, imponiendo sanciones muy duras, con bloqueos de tarjetas de crédito, aerolíneas que dejan en tierra sus aviones y boicot a ciertos productos y materias primas. 

Detrás de Ucrania, detrás de Siria, de Irak, de Afganistán, del Congo, se encuentra la incapacidad de comprender por qué la realidad se alteró tan violentamente de forma repentina, pueblos y ciudades reducidos a escombros, hogares convertidos en sucio polvo gris, almas gritando. Pero, por alguna razón, solo creemos que exista Ucrania.





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