23/11/21

El esperpento político español de la justicia

Por si no lo sabían, o se les había olvidado, los ejemplos del Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas y la Defensoría del Pueblo abundan en el hecho incontestable de que los partidos colocan en su provecho a guiñoles que hagan prevalecer sus excelsos intereses particulares por encima de los torticeros intereses generales. 

Digo abundan porque ya venía siendo así. Luego resulta que, en el fragor de la batalla, alguno de los partidos olvidan que han de compadrearse para colocar a los suyos en los santos lugares y los demás se enfadan por ello. Cuando por fin se sientan a negociar (dicen) aprovechando una pausa de las baterías de guerra, lo proclaman como una victoria de la democracia. 

Lo interesante del asunto que nos ocupa es que, tras este último cónclave, algunos de los parlamentarios que han acuñado el bochorno trataban de desentenderse de ello declarando, con abnegado sacrificio, que votarían con la nariz tapada o directamente contra uno de los aspirantes previamente consensuados. Damas y caballeros, ha llegado el circo a la ciudad.


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