27/11/21

Judíos marcados en el gueto moderno

Occidente siempre mira con superioridad moral al resto del mundo. Da lo mismo si se trata de bajitos amarillos que obedecen sin rechistar, de bárbaros afganos desagradecidos por no haber aceptado la democracia, o de rusos borrachos que no respetan a la oposición. Nosotros somos siempre mejores que ellos, pensamos. En Bruselas se dan cita los gobernantes de Occidente para inyectar dosis de hipermoralismo sobre libertad, democracia, derecho, tolerancia y respeto. Seguramente por eso, en un ejemplo imparangonable de compromiso con la libertad individual, han apostado por aplicar confinamientos desproporcionados, exigir una prueba PCR para tomar una cerveza en un bar e incluso encarcelar en sus casas a los no vacunados. China no se ha atrevido a tanto.

Son los mismos responsables de los niveles récord de endeudamiento público, cifras de paro inasumibles, déficit desbocado, tasas impositivas estratosféricas y crisis energética sin precedentes. Angustiados por la salud y el futuro de los ciudadanos, Occidente apuesta por confinar a los no vacunados para salvarnos a los demás que sí lo estamos. El rebaño vitorea porque da por supuesto que si la mayoría de su manada avanza en una dirección es porque se trata de la correcta. 

El pasaporte Covid permite que una persona infectada (pero vacunada) pueda subir a un avión, acudir a un estadio o a un restaurante, pero un no vacunado sano no puede hacerlo. Las vacunas del Covid otorgan protección a la hora de contraer la enfermedad de forma grave y de fallecer, pero no evitan la infección. Un vacunado puede infectar a un no vacunado. Se arguye que los vacunados no infectan tanto como los no vacunados pese a los informes que muestran que un vacunado transmite la variante delta a otros individuos con la misma facilidad que quienes no están vacunados ("The Lancet", revista médica británica).

Con la tecnología llegó el hipercontrol. La falta de humanismo, de respeto al prójimo y la comprensión con el distinto se han sustituido por un tsunami de irracionalidad y superstición que genera odio y etiqueta a los ciudadanos en buenos o malos según su postura respecto a la vacunación masiva y el pasaporte Covid. Desde todas partes se insiste en que debemos someternos a las exigencias del Estado protector sin rechistar. 

Todos los regímenes totalitarios han creado dualidades que enfrentan al pueblo. Arios-judíos, burgueses-obreros, blancos-negros, ricos-pobres y, en la actualidad, vacunados-no vacunados. Occidente justifica recortar la libertad y aprobar leyes discriminatorias. La estrategia consiste en señalar a un enemigo que pueda ser considerado culpable. 


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