29/11/21

La moderna barbarie interpretativa

Durante la década de los noventa, en EE.UU. surgió la moda académica de decidir qué pasajes de la historia norteamericana debía ser estudiada con pasión por los valores que transmite y cuáles no, lo mismo que con los personajes históricos. El genocidio de los indios norteamericanos o la estructura de las sociedades esclavistas son relegados en aras de la creación de un nuevo país libre en el que cada ciudadano puede construir su propio destino. Este esquema ha pasado al ámbito docente iberoamericano de las enseñanzas medias en el que cada nación estudia su historia dedicando amplios recursos a las sociedades precolombinas, de las que dibuja un paraíso idílico de felicidad eterna en plena armonía con la naturaleza totalmente trastocado por la violencia de la conquista española. Este periodo, de trescientos años, en la mayoría de los países hispanoamericanos se muestra con tintes negativos. Tras la independencia de España y Portugal, los dos más recientes siglos de historia de estas naciones ocupan el estudio más amplio. 

La visión populista de las dominaciones imperiales es de lo más variopinta. Grecia, Roma o el Islam perpetraron violentas y sanguinarias conquistas en buena parte del mundo, pero a ojos del ciudadano moderno sus hazañas son magníficas y trajeron desarrollo y prosperidad a los territorios dominados. En cambio, la dominación española en América o Filipinas fue negativísima para los países sometidos. Culpar de todos sus males nacionales a la colonización española, a pesar de los doscientos años de independencia que sigues sumando, es el recurso más habitual de los extravagantes y populistas dirigentes latinoamericanos. La modernización global que realizó España en América, posiblemente la acción colectiva más importante que ha realizado nuestro país en su historia, es frecuentemente olvidada o interpretada por el sesgo de un resentimiento que no se justifica. En Europa, la ausencia de ese resentimiento social e histórico ha permitido la construcción de la Unión Europea y unas magníficas relaciones con Alemania, olvidando la ocupación nazi entre 1933 y 1945 de la práctica totalidad del Viejo Continente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los conspiradores del 11M

A mucha, muchísima gente, hablar del 11-M produce pereza, indolencia, una pizca de hartazgo, y no poca irritación. Salvo para quienes están ...