23/11/21

Monos sin lustre

Los alumnos son cada vez menos ignorantes de su inabarcable ignorancia y los profesores son cada vez más conscientes de tener perdida la batalla formativa, razón por la que ni se esfuerzan en tratar, al menos, de contrarrestar los desastres ocasionados por las sucesivas leyes educativas que los maniatan. Dirá usted que exagero, pero de un tiempo a esta parte corren por la red numerosos ejemplos de exámenes de aquella EGB tan ejemplar que, piedra a piedra, a pico y pala, los inquilinos del ministerio pertinente han contribuido a derruir para erigir una carpa por donde entran todos los aires, fríos, y se escapan todas las lógicas y racionalidades. 

Como es menester seguir destrozándolo todo en este ámbito (el camino hacia el analfabetismo exige de mucha continuidad en los esfuerzos a realizar), el Gobierno de España ha resuelto desterrar los aterrantes niveles de fracaso escolar decretando que tal cosa no existe. En su R.D. de Evaluación, Promoción y Titulación, el Consejo de Ministros apuntala la ignorancia como aptitud básica del alumnado (un alumnado que, cuando crezca, se convertirá en los profesionales del mañana). Si las estadísticas son ominosas, modifiquemos el criterio de cálculo, habrá pensado la ministra Alegría (ya lo había pensado ese engendro espantoso llamado Celaá). Eliminando la definición, los malos resultados escolares de la España educativa devienen excelentes resultados capacitadores, convirtiendo al país, por fin, en un erial por donde medren los analfabetos. Creo que ya lo venía siendo: basta con observar los currículos de quienes asen las carteras ministeriales de un tiempo a esta parte. Quien quiera que sus hijos se instruyan de verdad tendrá que pagar un colegio caro o abandonarse al sálvese quien pueda. Total, ¿no dicen que está todo en la red? ¿a qué espera nadie entonces para aprender?. El solemne vago de Castells lo enunció bien clarito no hace tanto. Antes todo estaba en los libros (incluso en los suyos, que son infumables). 

El sistema público educativo español finalmente la escolarización universal en un trámite administrativo, poco más, en nombre el igualitarismo, que no trata de otorgar las mejores posibilidades a quienes menos recursos tengan, sino a convertir a pobres y ricos en tontos ignorantes de solemnidad.  Pero ya digo que no es algo que se haya perpetrado con el último Real Decreto, ya se venía produciendo incluso desde los tiempos de Wert y mucho antes. Las luces que alumbraban una sociedad culta y distinguida se apagaron en el tardofranquismo, seguramente al acceder al poder quienes jamás habían destacado en ninguna asignatura en sus años escolares. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los conspiradores del 11M

A mucha, muchísima gente, hablar del 11-M produce pereza, indolencia, una pizca de hartazgo, y no poca irritación. Salvo para quienes están ...