28/3/22

Un mes de nueva vieja guerra en Europa

En una guerra de desgaste como la que está asolando Ucrania, el estado de ánimo varía continuamente. En la ciudad de Lviv, patrimonio de la humanidad de la UNESCO, los trabajadores de la construcción están desmontando y protegiendo las vidrieras de las iglesias. Los ucranianos se están preparando para una contienda a largo plazo. El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky apeló a Occidente de forma distinta en su discurso ante la cumbre del Consejo Europeo en el que, una vez más, abogó por la adhesión a la UE, identificando cada país que llegó tarde o se mostró reacio a proporcionar ayuda a Ucrania: Irlanda, Alemania y Portugal, así como la neutralidad de Hungría. Esta estrategia relativamente nueva de nombrar y avergonzar públicamente a los países que cree que están contemplando el panorama parece ser una forma nada sutil de aprovechar su creciente popularidad mundial. Pero es dudoso que por ello líderes mundiales como Joe Biden vayan a proporcionar aviones, misiles Javelin y Stinger, helicópteros de ataque y sistemas antiaéreos a Kiev, algo que podría ser considerado como beligerante por parte de Moscú.

Empieza a cundir la impresión de que Ucrania está ejecutando no solo su guerra, sino la de Occidente, haciendo retroceder a una superpotencia con el objetivo de proteger a los países del flanco oriental de la OTAN. En varios discursos Zelensky lo ha mencionado explícitamente. Recordemos que Biden dijo en enero, antes del estallido de la guerra, que las sanciones en respuesta a una posible incursión rusa en Ucrania serían proporcionales al tipo de invasión (la Casa Blanca rápidamente retiró el comentario). Incluso ante el uso de armas de destrucción masiva por parte de Putin, Biden ha declarado que dependería de la situación. En estos momentos, pese a que docenas de países están proporcionando armas a Ucrania de forma masiva, Kiev informa de que sus existencias se están agotando a ritmo superior al reabastecimiento. Al darse cuenta de la falta de apetito en las capitales europeas para enfrentarse directamente a Putin, Kiev aumentará los esfuerzos para asegurarse micro-alianzas con antiguos estados soviéticos que también teman acabar en el punto de mira de Putin. La valiente visita de hace dos semanas de los primeros ministros polaco, checo y esloveno es muestra de esta creciente cercanía y solidaridad.

Mariupol se ha convertido en la zona cero de la catástrofe humana que se está desarrollando y que ha conmocionado al mundo porque se han cruzado todas las líneas rojas establecidas por la cordura, como el ataque a una sala de maternidad que mató a una madre embarazada y a su hijo por nacer. Las líneas rojas se basan en el derecho internacional y ningún beligerante las debería cruzar, incluyendo ataques deliberados a escuelas, jardines de infantes, hospitales, plantas de tratamiento de agua y campos de agricultura. Golpeada hasta volverla irreconocible, la ciudad portuaria sureña de Mariupol se ha convertido en el lugar donde las imágenes de la guerra han devenido más horribles, y no solo por la destrucción masiva de cualquier elemento urbano: para sobrevivir, la gente mata perros callejeros para poder comer, derrite la nieve para beber agua y cava fosas comunes para acomodar la gran cantidad de cadáveres que se esparcen por las calles (compárese con el asedio a Leningrado durante la II Guerra Mundial). Unas 300 personas murieron en el ataque ruso contra el Teatro Mariupol, donde según las autoridades ucranianas hasta 1.300 personas habían buscado refugio. Pintada en el suelo fuera del edificio, en gigantescas letras rusas, se podía leer la palabra "NIÑOS".

Un mes después de la invasión, es probable que el camino por delante sea igualmente sangriento. En el peor de los casos, la parte rusa, que busca lograr un cambio de régimen en Kiev y anexionarse más territorio, podría optar por mantener un conflicto a fuego lento tal como lo han hecho en el Donbás ocupado mediante el uso de rebeldes respaldados por Rusia (no son separatistas). Las sucesivas conversaciones de paz a lo largo de ocho años no lograron un alto el fuego duradero. Buscando evitar pérdidas más humillantes en el campo de batalla (según algunas estimaciones, el número de tropas rusas muertas supera los 15.000 efectivos), los comandantes rusos probablemente cambiarán al uso de misiles de mayor alcance e incluso misiles hipersónicos para golpear ciudades ucranianas y objetivos estratégicos como aeródromos y depósitos de almacenamiento de municiones. Los rusos ya han recurrido a misiles de largo alcance en el oeste de Ucrania, donde no hay presencia física. En los últimos ocho años, ciudades y pueblos en la región de Donbas y alrededores, incluido Mariupol en 2015, han sido golpeados por proyectiles rusos no guiados. Además, los bombardeos que hacen huir a los civiles encajan bien en el libro ruso de la guerra. No se puede descartar la introducción de armas químicas, biológicas o nucleares de destrucción en masa.

En los próximos días y semanas, los ucranianos observarán nerviosos las negociaciones de paz de su presidente con Rusia, propuestas por el propio Zelensky. Uno puede asumir con seguridad que el Kremlin, en la fase final de las negociaciones, exigirá concesiones que ningún presidente ucraniano podría aceptar: renunciar al territorio capturado por Rusia, reconocer formalmente el Donbás y Crimea ocupados como parte de la Federación Rusa, y renunciar a las ofertas de membresía para alianzas como la OTAN. Para enfrentarse a Putin en la mesa de negociaciones, el comediante convertido en político que se transformó en presidente para tiempos de guerra de la noche a la mañana, necesitará una habilidad y destreza extraordinarias. Con tanta sangre derramada, destrucción sin sentido y desplazamiento a gran escala, los ucranianos no estarán de humor para darle a Zelensky mucho espacio para concesiones. E incluso si lo hicieran, los rusos tienen una merecida reputación por no cumplir sus promesas. 

En cualquier caso, la pregunta a responder es qué hará Occidente. ¿Satisfacer las peticiones de Kiev de más armamento y más activos, más misiles tierra-aire, más drones kamikazes? Si los rusos intensifican su agresión apuntando a Lviv, por ejemplo, debería haber discusiones urgentes en la OTAN sobre cómo articular la protección de los cielos ucranianos por medios tecnológicos. Al final, Occidente tiene la opción de intervenir ahora en la guerra de Ucrania de una manera que cambie el juego, eliminando las ventajas rusas y exprimiendo aún más la economía rusa. Es mejor actuar en los propios términos de Occidente, y evitar la destrucción de la nación ucraniana, que verse obligado a hacerlo más tarde en los términos de Putin, después de que miles de hombres, mujeres y niños ucranianos inocentes hayan sido asesinados.



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